Pedir un préstamo hipotecario es necesario para la gran mayoría de las personas que deciden embarcarse en la aventura de comprar una casa, ya sea para vivir en ella o a modo de inversión.
Aunque todos somos clientes de los bancos, no solemos tratar demasiado con estas entidades, y cuando llega el momento de pedir una hipoteca nos sentimos un poco perdidos y no sabemos muy bien qué o cómo hay que hacerlo.
Ten en cuenta que lo que más le importa al banco es que seas una persona solvente. Es decir, que tus recursos económicos sean suficientes para hacer frente a la devolución del dinero que estás pidiendo (más sus correspondientes intereses). Aquí tienes algunos consejos para mejorar tu solvencia y que la respuesta del banco a tu petición sea un “sí”.
Ahorra antes de comprar
Es complicado, pero antes de ir al banco a pedir una hipoteca debes haber conseguido ahorrar un poco. La ideal es tener entre un 20% y un 30% del importe que piensas gastar en la casa.
Te hace falta este dinero por dos cosas:
- Porque el banco solo te va a dar el 80% del valor de tasación de la vivienda, el resto tendrás que ponerlo tú de tu bolsillo.
- Porque si tienes capacidad de ahorro estás demostrando que sabes gestionar bien tus recursos económicos, y que tienes ingresos suficientes como para poder guardar cada mes un poco.
Aumenta tus ingresos
Si tu nivel de ingresos es bajo, no te va a quedar más remedio que intentar aumentarlos. Tienes varias formas de hacerlo:
- Intenta cambiar de trabajo a uno que esté mejor remunerado.
- Compagina dos empleos durante una temporada.
- Encuentra fuentes de ingresos pasivos.
- Reduce tu nivel de deuda.
De todas las opciones, la mejor forma de aumentar tus ingresos es reducir tu deuda. Cuanto menos cosas tengas que pagar, más dinero vas a tener disponible.

Mantén tus deudas bajo control
Tal y como acabamos de señalar, reducir tus deudas te permitirá contar con más ingresos y mejorará tu capacidad de ahorro. Además, un bajo endeudamiento te presentará ante el banco como una persona solvente, alguien que no pide dinero a la ligera y que controla mucho su presupuesto.
Una buena forma de mantener a raya tus deudas es planificar un plan de pagos para acabar con ellas lo antes posible. Por ejemplo, si tienes pendiente una deuda de la tarjeta de crédito, empieza por liquidarla. Luego puedes seguir con el préstamo del coche, etc.
Además, asegúrate de que no te endeudas más. Da de baja tus tarjetas de crédito y abstente de pedir préstamos durante una temporada.
Mantén tu historial laboral lo más estable posible
Esto no siempre depende de ti, pero procura que tu vida laboral no haya sido demasiado ajetreada. Si has pasado mucho tiempo en paro, o tu contrato actual no es estable, es posible que el banco tenga dudas sobre tu capacidad futura para afrontar los pagos del préstamo y se niegue a dártelo.
Asegúrate de que no estás en una lista de morosos
En los registros de impagados puedes acabar por deudas grandes o pequeñas. Si has dejado una factura del móvil sin pagar porque has tenido un problema con tu compañía que todavía no has solucionado, o si has devuelto el recibo de un seguro porque ya no te interesa (en lugar de darlo de baja de la forma debida), es posible que estés en un fichero de morosos.
Si es así, realiza los trámites necesarios para salir del mismo. Lo más sencillo en estos casos, si la deuda no es muy grande, es pagarla y olvidarte de ella.
¿Has cumplido todos estos pasos? Enhorabuena, ahora eres una persona mucho más solvente a la vista de los bancos, y estás un paso más cerca de conseguir la casa de tus sueños.