Alquilar tu vivienda a una persona de confianza, solvente, y a un precio que sea justo para ambas partes, requiere que el inmueble que ofreces en alquiler esté en buenas condiciones, pero también influye mucho qué tipo de casero seas tú.
Si no te cuesta mucho encontrar inquilinos, pero estos se marchan antes de lo previsto, quizá el problema lo estés causando tú con tu forma de actuar. Sabemos que encontrar un buen arrendatario no siempre es fácil y, cuando por fin lo has localizado, lo que quieres es mantenerlo durante mucho tiempo. Por eso, te dejamos una serie de consejos para que te conviertas en un casero tan bueno que tus inquilinos deseen permanecer mucho tiempo en la vivienda.
Conoce tus obligaciones como casero
La Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) establece obligaciones tanto para el arrendatario como para el arrendador. Desafortunadamente, muchos caseros siguen pensando que alquilar su vivienda les confiere una serie de derechos, pero obvian las obligaciones que esto lleva aparejadas.
Para ser un buen arrendador, asegúrate de que conoces bien a qué te vas a obligar al alquilar tu piso o casa y cumple con esas obligaciones de forma correcta y puntual. Por ejemplo, si en el inmueble se ha estropeado algo cuyo arreglo te corresponde a ti, procura hacer la reparación lo antes posible.
Sé legal y honesto
Exigir fianzas desproporcionadas, negarse a firmar un contrato de alquiler por escrito, o no dar al posible inquilino la información que este solicita (siempre que sea pertinente), provoca desconfianza en la otra parte.
Si buscas un arrendatario que sea fiable, tú también debes ofrecerle fiabilidad, y para eso debes hacer las cosas siempre de forma legal y ser honesto.

Ten lista la vivienda
Una de tus obligaciones es que la vivienda que ofreces esté en las mejores condiciones posibles para vivir. Te ganarás inmediatamente la confianza de tu inquilino si cuando haga la mudanza se encuentra con una casa bien cuidada.
Para lograrlo, haz una pequeña inversión. Dale una mano de pintura a toda la casa, asegúrate de que los electrodomésticos funcionan correctamente, y repara los típicos desperfectos que acaban por aparecer en todas las viviendas, como una cisterna que gotea o una puerta que chirría.
Si todo está en orden, tu inquilino podrá comenzar su nueva vida sin ningún problema, lo que hará que se sienta mucho más a gusto y más cómodo con respecto a ti que eres su casero. Por el contrario, si nada más llegar se encuentra con desperfectos y averías que requieren su atención, es posible que decida marcharse antes de tiempo.
Ventajas de ser un buen casero
Ser un buen casero implica algo de esfuerzo y dedicación por tu parte, pero te aseguramos que las ventajas que obtienes a cambio bien merecen la pena.
Para empezar, cuanto mejor casero seas, más posibilidades tienes de encontrar a alguien que sea un buen inquilino, y esto se traduce en menos conflictos, porque se reduce el riesgo de morosidad. Si no hay problemas, y tu inquilino es una persona solvente, tienes asegurado casi al 100% que pagará la renta en tiempo y forma, lo que te aportará una gran tranquilidad.
Por otro lado, cuando tienes a alguien viviendo en una propiedad que te pertenece, lo que menos quieres es que esto se convierta en una fuente de desvelos y discusiones. Si te comportas como un buen casero, la posibilidad de que acaben surgiendo conflictos se reduce de forma notable.
Al final, tanto tú como tu inquilino salís ganando si adoptas una actitud positiva y te muestras como una persona legal y razonable, siempre dispuesta al diálogo y a asumir sus obligaciones. Si lo haces así, la experiencia de alquilar tu casa puede ser muy positiva.